Ante el
brutal atentado de terroristas musulmanes contra la comunidad de las Hermanas
Misioneras de la Caridad que se saldó con la muerte de 4 religiosas (ruandesas,
una india y una keniana), el chófer y dos colaboradores de la institución en
Aden (Yemen), compartimos con nuestros lectores esta reflexión:
LAS MONJAS DE LOS MANDILES
Llevaban los mandiles puestos. Mandiles manchados de sopa o de
verduras, de manos de los niños o de los viejos, manchados ahora de la propia
sangre, como un extraño collage de menestra y salsa de tomate, que no es
tomate, que es de verdad. Cuatro mujeres que hicieron de su vida dar dignidad y
besos a cucharadas, con las caricias y la sonrisa y el trabajo incansable de
recoger los platos y hacer las camas y las vendas y los orinales. Monjas, sí,
de esas de las que mucha gente se ríe porque piensan que son tontas porque
hablan con voz de monja o que se pierden la vida loca que llevamos, que igual
no tienen móvil ni van a los centros comerciales ni ven "Gran
hermano" ni practican sexo. Jóvenes mujeres, aparentemente frágiles, que
nunca descansan. Estas sí que vivieron el día y el año y la vida de la mujer
trabajadora.
Estas
"tontas" monjas sí que supieron ser felices sin libros de autoayuda
del Vips. Estas "pobres" monjas sí que fueron valientes, cuidando de
los más pobres en una tierra de islamistas fanáticos que van arrasando el mundo
como la peste negra. ¿Quién es el héroe que se queda cuidando de cuatro viejos
cuando sabes que vienen los demonios a cortarte la cabeza y grabarlo en HD para
atemorizar al mundo? Me río de las tetas al aire de Femen o las amigas de la
Rita, me parto de los semáforos con falda de Valencia y me descojono de tantos
progrehippis que no les falta un detalle de sus diseñadas vidas haciendo
padrenuestros feministas. Estas chicas muertas les restriegan -nos restriegan-
los mandiles ensangrentados en la cara. Servir hasta la muerte. Ayudar hasta el
último momento. Y eso porque su fe era su energía y Jesús su compromiso. Por un
mundo más bueno se hicieron monjas, sí; monjas con delantal. Para siempre. Como
tantas mujeres que sostienen el mundo. Madres, abuelas, niñas, monjas;
asesinadas, golpeadas, violadas, ¡pero fuertes!, lo más hermoso de este muchas
veces podrido mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario